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Videojuegos educativos: aprender también puede ser un juego

De jugar a aprender: el auge de los videojuegos educativos

Durante décadas, el juego fue relegado al recreo. Hoy, vuelve al centro del aula, impulsado por una industria que genera más de 180 mil millones de dólares al año. Los videojuegos educativos son mucho más que entretenimiento: son entornos de aprendizaje activo, diseñados para enseñar a través de la experiencia.

Esta metodología, conocida como game-based learning, no se limita a incorporar tecnología en clase. Propone un cambio más profundo: hacer del error una mecánica natural, de la curiosidad una estrategia, y de la interacción, una forma legítima de aprender.

¿Por qué funcionan los videojuegos educativos?

Los videojuegos activan múltiples procesos mentales a la vez: atención sostenida, toma de decisiones, resolución de problemas y memoria visual. Pero también trabajan habilidades sociales y emocionales como el trabajo en equipo, la empatía o la gestión del fracaso.

La clave está en su estructura: reglas claras, feedback inmediato, objetivos progresivos y un entorno seguro para explorar. No es necesario que todos los juegos estén ligados a una materia específica. Algunos fomentan la planificación, la agilidad mental o la creatividad, competencias transversales a cualquier aprendizaje. Además, no sólo se pueden jugar de la manera clásica: Pc, joystick, teclado o mouse, la Realidad Virtual también es una herramienta poderosa para estos fines.

No solo para niños

Aunque suelen asociarse a la infancia, los videojuegos educativos también tienen aplicaciones en la formación profesional. En campos como la medicina, la ingeniería o la gestión de equipos, los llamados serious games permiten entrenar habilidades técnicas en entornos virtuales controlados. Desde simuladores de vuelo hasta juegos de liderazgo o respuesta a desastres, la formación se vuelve más eficaz cuando se vive en primera persona.

Algunos videojuegos educativos destacados

  • Minecraft Education Edition: promueve la colaboración y la creatividad mientras se desarrollan proyectos virtuales.
  • Kerbal Space Program: enseña física e ingeniería espacial a través del diseño y gestión de misiones.
  • Dragon Box: facilita el aprendizaje de matemáticas y geometría para estudiantes de primaria.
  • SimCity: ideal para comprender dinámicas urbanas, economía y gestión de recursos.

¿Qué hace a un videojuego verdaderamente educativo?

No basta con agregar puntos y colores. Un videojuego educativo debe estar bien diseñado: equilibrar reto y accesibilidad, ofrecer una narrativa coherente, permitir distintos estilos de aprendizaje y estar técnicamente optimizado para el dispositivo al que se dirige. La experiencia debe ser fluida, clara y estimulante.

Para lograrlo, se requiere la articulación de equipos técnicos, creativos, pedagógicos y de diseño. No es solo código: es también psicología, narración e intuición.

La resistencia y el cambio

Pese a los beneficios, aún persisten reticencias. Algunos docentes temen que los videojuegos distraigan o resten seriedad al aula. Otros padres asocian pantalla con desconexión. Pero las investigaciones apuntan en otra dirección: cuando se integran bien, los videojuegos motivan, mejoran la retención de contenidos y estimulan el pensamiento crítico.

La clave está en su uso estratégico, la selección cuidadosa de títulos, y en acompañar el juego con reflexión, análisis y diálogo.

El juego no es lo opuesto al aprendizaje

Jugar es una forma ancestral de aprender. Lo hacíamos antes de hablar, antes de escribir, antes de entender el mundo. Recuperar el juego en entornos educativos no es una moda: es volver a conectar con una forma natural y profunda de adquirir conocimiento.

Los videojuegos educativos no reemplazan al docente, pero sí amplían las herramientas para enseñar. Nos recuerdan que aprender también puede ser emocionante, desafiante y, por qué no, divertido.

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